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Las figuras retóricas o figuras literarias recogen todos aquellos procedimientos lingüísticos que han sido y son utilizados para causar extrañeza, conmover al auditorio o provocar en él la reacción esperada por el emisor del mensaje. La estilística estudia estas figuras, y el estilo literario de las distintas épocas nos informa de cuáles han sido los procedimientos preferidos por cada escuela de conformidad con su particular gusto estético.
Las figuras retóricas se clasifican, como refieren las tablas que siguen, en figuras de dicción, de pensamiento, y tropos:
FIGURAS DE DICCIÓN |
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1º Por Adición de palabras |
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2º Por Omisión de palabras |
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3º Por repetición de palabras |
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4º Por combinación de palabras |
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4ºA- Analogía de sonidos |
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4B Analogía accidentes gramaticales |
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FIGURAS DE PENSAMIENTO |
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A. Descriptivas o pintorescas |
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B. Patéticas |
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C. Lógicas |
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D. Intencionales |
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TROPOS |
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causa y efecto |
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procedencia |
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oficio |
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el signo por su significado |
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lo físico por lo anímico |
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La parte por el todo. |
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El todo por la parte. |
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El contenido por el continente |
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El continente por el contenido |
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La materia por la obra. |
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Singular por plural e inversa. "Silepsis in sensu". |
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Número determinado por indeterminado. |
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Género por la especie. |
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La especie por el género |
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Lo abstracto por lo concreto. |
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Lo concreto por lo abstracto. |
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La antonomasia: el individuo insigne por el nombre común o viceversa. |
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Semejanza física, |
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Semejanza moral o espiritual |
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Identidad de valor |
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Metáfora sinestésica |
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Metafora visionaria |
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Estas figuras se basan en la especial colocación de las palabras en la frase. Provocan juegos de palabras tanto por la fonética, como por el sentido puesto que morfemas y lexemas poseen significación. Es normal que con otra colocación de las palabras de la frase en cuestión la figura de dicción desaparezca.
Se produce esta figura cuando el emisor añade palabras que no suponen ninguna mejora para la comprensión, aunque estén cumpliendo una función expresiva importante. Es normal que aparezca en el lenguaje descuidado de la calle: ¡Sube para arriba¡. Pero también lo utiliza la lengua poética: Temprano madrugó la madrugada.
Esta figura permite insistir en una idea utilizando términos de significado similar y expresión diferente. Aunque la sinonimia es fenómeno lingüístico común, en este caso da origen a valores expresivos relacionados con la estética de la lengua.
¡Mentira¡ No tengo ni dudas, ni celos,
ni inquietud, ni angustias, ni penas, ni anhelos.
Vete, Ignacio: No sientas el caliente bramido.
Duerme, vuela, reposa: ¡También se muere el mar¡
El epíteto es un adjetivo atributivo no restrictivo. Se adjunta al sustantivo sin nexo copulativo para expresar una cualidad sin necesidad lógica de expresarla. Predomina antepuesto al sustantivo, pero también puede ir pospuesto. Destaca una cualidad del nombre. La poesía grecolatina y su heredera renacentista usan el epíteto para señalar la perfección de la naturaleza pintando sus arquetipos. Su uso responde así a una concepción neoplatónica del mundo. Ese epíteto que pinta lo arquetípico se llama tipificador.
Por ti el silencio de la selva umbrosa,
por ti la esquividad y apartamiento
del solitario monte me agradaba;
por ti la verde hierba, el fresco viento,
el blanco lirio y colorada rosa
y dulce primavera deseaba.
Convida a dulce sueño
aquel manso ruido
del agua que la clara fuente envía.
Gonzalo Sobejano, «El epíteto en la lírica española», señala estos otros:
Epíteto metafórico y perifrástico, donde el epíteto es portador de la metáfora.
cristalino freno (lentitud de las aguas) Góngora
¡Belleza del campo apenas florido
y mística primavera! Machado
* Hemos observado en garcía Lorca y otros autores modernos un epíteto semejante que acompaña al sustantivo que se ha hecho metáfora, y que no siendo explicativo del tropo sí lo es del significado aludido. En estos casos, el epíteto va situado con posterioridad:
La panocha guarda intacta
su risa amarilla y dura.
El sol, capitán redondo,
lleva un chaleco de raso.
Ausencia leve como carne de niño
Epíteto enfático. Laudativo, intensificativo o denigrante por necesidad de énfasis en la expresión. Muy característico del movimiento romántico.
en vil mercado convertido el mundo
olas gigantes que os rompéis bramando
Epíteto apositivo. Situado entre pausas, casi un sustantivo, como una definición.
El aire estará en colmo
dorado, duro, cierto. Guillén.
Epíteto suprarrealista. Portador de una imagen cualitativa incoherente respecto de la significación real del sustantivo.
Una boca impotente como una fruta bestial.
También es la elipsis, al igual que la sinonimia, un fenómeno común en la lengua-instrumento; mas puede tener una intención estética siempre que suprime elementos de una frase, sin menoscabo de su claridad, para dar mayor energía y rapidez a la expresión. Suele la elipsis afectar fundamentalmente al verbo, que puede sobreentenderse, y convierte las oraciones en enunciados nominales.
Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso...¡ yo no sé
qué te diera por un beso¡
El asíndeton suprime las conjunciones, dando vigor y rapidez. Cuando la elisión de conjunciones tiene lugar entre sintagmas nominales se caracteriza el texto por las pinceladas impresionistas que conforman un conjunto como suma de partes aisladas.
Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas¡
En el zeugma también se omite una palabra, en este caso por haber sido nombrada anteriormente. Sin embargo la figura característica del conceptismo del Siglo de Oro suprime el vocablo aunque tenga relación "indirecta" con el nuevo elemento de la frase.
- No me canso de mi gusto.
- Yo pienso que vos lo vais.
La figura llamada anáfora repite a principio de verso, de frase o de periodo una o varias palabras; con independencia de la fuerza expresiva que provoca con la insistencia, crea un ritmo muy adecuado a la poesía o al lenguaje hablado.
Continuamente me llaman;
continuamente me acerco;
continuamente me empujan;
continuamente me alejo
y continuamente herido
a mi soledad me vuelvo.
En la conversión la repetición de palabra o palabras tiene lugar, no inicio, sino al final del periodo. No es tan frecuente como la anáfora, pero hay grandes poetas que han sentido especial predilección por esta figura, como Bécquer. No sólo marca ritmo, además contribuye a que veamos el decurso como una ecuación.
Yo voy por un camino, ella por otro;
pero al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: "¿Por qué callé aquel día?",
y ella dirá: "¿Por qué no lloré yo?"
Esta figura de repetición reitera consecutivamente la palabra sobre la que se quiere poner un énfasis especial, aunque en muchos casos sea el ritmo más que la insistencia en el contenido lo que queda de manifiesto. Desde la literatura medieval a la actual aparece con frecuencia en el verso.
...por decir amén, amén,
decían amor, amor.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.
Esta figura de repetición reitera al final del periodo la primera de las palabras mencionadas.
Mi agonía es la bárbara agonía
del que quiere evitar lo inevitable.
Dicen que me case yo:
no quiero marido, no
La concatenación engarza las frases a fuerza de unir las últimas palabras de una y reiterarlas al comienzo de la siguiente frase. Produce efecto de coherencia entre lo que podía ser muy diferente.
Es toda ojos azules y en los ojos lágrimas.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Repite esta figura, que es la contraria del asíndeton, más de las conjunciones necesarias, dando al texto un ritmo solemne y lento.
Ven, que quiero matar o amar o morir o darte todo.
Reiteración diseminada dentro del poema de palabras que funcionan como leit-motiven matizando totalmente la composición.
En la luna negra
de los bandoleros,
cantan las espuelas.
Caballito negro.
¿Dónde llevas tu jinete muerto?
...Las duras espuelas
del bandido inmóvil
que perdió las riendas.
Caballito frío.
¡Qué perfume de flor de cuchillo!
En la luna negra
sangraba el costado
de Sierra Morena.
Caballito negro.
¿Dónde llevas tu jinete muerto?
La noche espolea
sus negros ijares
clavándose estrellas.
Caballito frío.
¡Qué perfume de flor de cuchillo!
En la luna negra,
¡un grito! y el cuerno
largo de la hoguera.
Caballito negro.
¿Dónde llevas tu jinete muerto?
En esta figura se dicen las mismas palabras, pero en orden inverso y con significación contraria.
¿ Siempre se ha de sentir lo que se dice ?
¿ Nunca se ha de decir lo que se siente ?
que llaman tierra de Campos lo que son campos de tierra
La aliteración es una figura literaria que busca un efecto sonoro en la repetición de un sonido o de sonidos similares. Tras él, y a pesar del carácter arbitrario entre significante y significado, espera que el sonido evoque unos contenidos que refuercen la significación de la frase. Así cuando Góngora escribe:
infame turba de nocturnas aves
consigue un efecto fónico que refuerza la expresividad por la extrañeza que provoca.
La onomatopeya es una aliteración a la que podemos dar un significado preciso. O cuando menos sugerir qué intenta representar la repetición insistente. Para ello, se puede tener en cuenta sin pretensiones de exhaustividad:
/r/ idea de trueno o redoble.
/l/ algo que fluye.
/s/ y /x/ silbido o soplido.
/p/,/t/,/k/ estallido.
Pero nunca sirven en estos casos las normas generales y cada texto requiere de explicación e interpretación específicas.
Tristes membranas frías levanta el barro oscuro. (frío)
como brisa que besa abedules. (beso)
Precedente y similar a la rima, la similicadencia - frecuentemente defecto en la expresión oral - usa palabras de sonido similar por encontrarse en el mismo accidente gramatical.
Con asombro de mirarte, Irémos a misa,
con admiración de oírte, verémos la iglesia,
no sé qué pueda decirte, darános un cuarto
ni qué pueda preguntarte. mi tía la ollera.
Es un juego más de sonidos que combina entre dos palabras todos excepto uno. Sigue siendo de uso frecuente en trabalenguas y lenguaje publicitario por la extrañeza que produce. Acentúa el contraste entre expresión y contenido.
Y duele pasar sin saber
el secreto que en la hora indecisa
dice, acaso con risa, la brisa
Madre, no seré casada
por no ver vida cansada
El búho siente que ama la llama del sol
En esta figura se acumulan términos relacionados entre sí ya que pertenecen a la misma raíz. En ocasiones se entremezcla con el pleonasmo, cayendo en redundancia de la misma idea.
Créeme, Juana, y llámate Juanilla;
mira que la mejor parte de España,
pudiendo Casta, se llamó Castilla.
los brazos en abrazo de la Tierra
Es un caso de derivación donde la familia de palabras repetida pertenece al mismo verbo, en distintas formas de la conjugación.
¡ Cuando quise morir, Dios no lo quiso;
hoy que quiero vivir, Dios no lo quiere ¡
Me lloraré yo misma para llorarlos todos.
Los hipérbatos se caracterizan por una construcción sintáctica que no es usual, aunque no impida la comprensión del texto. El Español tiene muy variadas formas de colocación de palabras y su primer texto literario comienza con un hipérbaton: De los sos oios tan fuertementre llorando...
Pase a medianoche el mar que yo más quiero pasar
y arda en amorosa llama del golfo de mi lagar
Leandro por ver su dama; la blanca o roja corriente,
y ríase la gente.
Es juego de palabras basado en el equívoco, como también se llama, y consiste en aprovechar la doble significación de los términos polisémicos y homónimos para fomentar la extrañeza. Fue muy explotada en el Barroco, tanto en verso como en prosa.
Topamos un muchacho medio rapado, que por andar no tanto como las cabalgaduras, en alcanzándole preguntóle el oidor: "¿Adónde vas, mozo?" Él respondió: "A la vejez". Oidor: "No digo sino ¿qué camino llevas? Muchacho: "El camino me lleva a mí, que yo no a él" Oidor: "¿De qué tierra eres?" Muchacho: "De Santa María de todo el mundo". Oidor: "No te digo sino en qué tierra naciste?" Muchacho: "Yo no nací en ninguna tierra, sino en un pajar". Oidor: "Bien juegas del vocablo". Muchacho: "Pues siempre pierdo, por bien que juego". Oidor: "Este muchacho no debe ser parido como los otros". Muchacho: "No, porque nunca me he empeñado". Oidor: "Quiero decir, pues no dices dónde naciste, no debiste salir de madre". Muchacho: "¿Pues soy yo río para salir de madre? Oidor: "A fe que no tenéis la lengua muy ruda". Muchacho: Si fuera ruda no la trujera tan cerca de las narices". Oidor: "¿Tienes padre?" Muchacho: "Antes por no tener muchos vengo huyendo, porque me metieron fraile, y había tantos padres que no podía sufrillos." Oidor: "¿Y es mejor andar como correo?" Muchacho: "Por huir de la correa bien puede ser un hombre correo."
La poesía jocosa, el juego y la adivinanza, han encontrado en esta figura motivo para provocar extrañeza y hacer chiste. En el calambur el doble significado proviene de la separación silábica al construir una frase.
Cuando Dios llamó a Gavino
al interior del Edén,
no dijo:- Gavino, ven;
sino dijo:- Venga, vino.
Con dados ganan condados
Por medio de ella el escritor da cuenta detallada de los rasgos físicos de una persona. Obviamente es más frecuente en prosa que en verso, pero incluso la lírica procede a menudo a partir de la descripción de rasgos físicos aunque no de manera exhaustiva.
...Decidme si en la boca
tenéis un rumoroso colmenero,
si las orejas vuestras son a modo
de pétalos de rosas ahuecados...
Con ella se designa la descripción de las características anímicas de una persona o animal. Describe por tanto formas de ser, caracteres y temperamentos.
Yo busco una mujer boca de risa,
guardosa sin afán, franca sin tasa,
que al honesto festín vaya sin prisa,
y traiga entera su virtud y gasa;
no sepa si el sultán viste camisa,
mas sepa repasar las que hay en casa;
cultive flores, cuide pollas cluecas,
despunte agujas y jorobe ruecas.
El padre director no la visite,
ni yo pague la farda en chocolate;
que rece poco y bien, riñas me evite;
no sea gazmoña ni con ellas trate;
sólo mentarla toros se espirite;
primo no tenga capitán o abate;
probar el vino por salud lo intente;
pero ¿tomar tabaco? Aunque reviente.
El retrato es la descripción que une la prosopografía a la etopeya, describiendo tanto física como anímicamente a la persona. Desde luego los animales no quedan excluidos de la posibilidad de ser retratados.
Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿ por qué si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡ Ay, tormentos rabiosos ¡
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.
Se llama así a la figura descriptiva que pinta con palabras un paisaje. La descripción de cualquier lugar responde a topografía.
Cerca del Tajo, en soledad amena
En todas las figuras patéticas se traduce la emoción de una vivencia, de un sentimiento. La oración exclamativa, fónica y morfosintácticamente, expresa apasionamiento y vehemencia tanto en la alegría como en la pena.
¡ Ay, qué larga es esta vida ¡
¡ Qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que está el alma metida.¡
La interrogación retórica es una afirmación de hecho de aquello que se pregunta. La interpelación no va dirigida a nadie y nadie podría responder a la pregunta mejor que aquel que la formula. Si en tiempos clásicos el tema del UBI SUNT se formula en interrogación retórica, en la modernidad la figura sirve para evocar el mismo presente desde el recuerdo del pasado.
¿ Dó están agora aquellos claros ojos
que llevaban tras sí, como colgada,
mi alma doquier que ellos se volvían.?
¡Oh, sí ¡ Conmigo vais, campos de Soria...
Me habéis llegado al alma,
¿ o acaso estabais en el fondo de ella ?
La apóstrofe es un vocativo, sintagma nominal independiente de la frase cuya única función es apelativa. Con ella el poeta se dirige a un ser real o imaginario para apelarlo o interrogarlo.
"Dulce vecino de la verde selva,
Huésped eterno del abril florido,
Vital aliento de la madre Vénus,
Céfiro blando;
Si de mis ansias el amor supiste,
Tú, que las quejas de mi voz llevaste,
Oye, no temas, y á mi ninfa dile,
Dile que muero."
La deprecación es un ruego que en forma de deseo vehemente dirige el poeta al sujeto a quien habla. Si la apóstrofe refiere un sintagma nominal, la deprecación o súplica está centrada en un sintagma verbal.
Por tu vida, el marinero,
dígasme ora ese cantar.
La imprecación es una maldición, entre el taco y el insulto, que se lanza contra alguien. Más frecuente en teatro, no es ajena al verso lírico. Indudablemente deja traslucir emoción del emisor.
Vete de ahí, enemigo, Matómela un ballestero;
malo, falso, engañador, déle Dios mal galardón.
que ni poso en ramo verde
ni en prado que tenga flor;
La execración es la maldición contra uno mismo o contra sus pertenencias. Sin duda más frecuente en lenguaje oral, de nivel de uso vulgar, que en lenguaje literario.
Parióme adrede mi madre,
¡ ojalá no me pariera ¡
aunque estaba cuando me hizo,
de gorja naturaleza.
o amenaza, por la que el emisor anuncia, augura o desea males contra un tercero.
Juan Quinto gritó con repentina violencia:
- ¡Señor abad, rece el Yo Pecador!
- Rézalo tú, que más falta te hace.
- ¡Que le siego la garganta! ¡Que le pico la lengua! ¡Que le como los hígados!
El abad, siempre sosegado, se incorporó en las almohadas:
- ¡No seas bárbaro, rapaz! ¡Qué provecho iba a hacerte tanta carne cruda!
- ¡No me juegue de burlas, señor abad! ¡La bolsa o la vida!
- Yo no tengo dinero, y si lo tuviese tampoco iba a ser para ti. ¡Anda a cavar la tierra!
Juan Quinto levantó el cuchillo sobre la cabeza del exclaustrado:
- ¡Señor abad, rece el Yo Pecador!
El abad acabó por fruncir el áspero entrecejo:
- No me da la gana. Si estás borracho, anda a dormirla. Y en lo sucesivo aprende que a mí se me debe otro respeto por mis años y por mi dignidad de eclesiástico.
La hipérbole procede ponderando exageradamente aquello que se trata. La emotividad lleva a la pasión a decir lo que la racionalidad condenaría.
Y cuando en hispana tierra
pasos extraños se oyeron
hasta las tumbas se abrieron
gritando: ¡Venganza y guerra¡
y que has muerto más cristianos
que tienes gotas de sangre
Mediante esta figura damos vida a los objetos y proporcionamos sentimientos a los animales. Se vivifica y humaniza la realidad en torno para que sea sentida como propia. No tiene que ver con la METAFORA aunque, a veces, vaya asociada a ella. En la prosopopeya la relación se establece entre verbo y nombre o entre adjetivo y sustantivo. La relación metefórica se produce entre palabras de la misma categoría gramatical.
La flor ríe en su capullo,
suene la gaita,- ruede la danza:
Canta el agua en su murmullo
el poder santo de la esperanza.
Si las figuras patéticas apelaban a emoción y sentimientos las lógicas fuerzan la concisión del pensamiento o su coherencia. La sentencia, -llamada MAXIMA cuando es de autor conocido, REFRAN si tiene origen popular, y EPIFONEMA cuando resume en breve frase un pensamiento desarrollado anteriormente,- es muy abundante en una poesía como la española donde son frecuentes las influencias de los clásicos latinos de origen español: Séneca o Marcial.
Vivir es caminar breve jornada
"Quien tal hace que tal pague".
Si tenemos en cuenta que el refrán anterior es el verso final de "A Belisa" de Lope de Vega podemos considerarlo epifonema. Esta figura se caracteriza por condensar en una frase final todo un periodo anterior. Es muy abundante en los sonetos que intentan en el último terceto hacer recapitulación de todo lo precedente.
¡ Lástima grande
que no sea verdad tanta belleza¡
Por la comparación se apela al raciocinio para que intente comprender una verdad nueva por analogía con algo ya conocido. Es común a cualquier proceso lingüístico e indispensable en la lengua poética.
entre un labio y otro, colorado,
Amor está de su veneno armado,
cual entre flor y flor sierpe escondida.
¡ Oh, más dura que mármol a mis quejas
y al encendido fuego en que me quemo
más helada que nieve, Galatea ¡
Como se ve en el último ejemplo, las figuras patéticas de la exclamación y la apóstrofe ganan en intensidad cuando se combinan con las figuras comparativas que hacen asequible la comprensión de lo expresado, buscando analogías vivenciales comunes.
La antítesis, con provocar extrañeza, apela a la coherencia de nuestro pensamiento para, por contraste, dar una idea exacta de lo que desea representarse.
Purpúreas rosas sobre Galatea
la Alba entre lilios cándidos deshoja:
duda el Amor cuál más su color sea,
si púrpura nevada o nieve roja...
Por la paradoja se superan dos ideas contrarias que se enfrentaban como tesis y antítesis. La síntesis englobante se manifiesta como contradicción superada.
¡Oh, Roma¡, en tu grandeza, en tu hermosura,
huyó lo que era firme, y solamente
lo fugitivo permanece y dura.(El TIBER.)
En la gradación la enumeración descriptiva de sustantivos, adjetivos, verbos e incluso adverbios procede con un orden ascendente o descendente en importancia. La gradación se opone a caos y es la forma más sugestiva de producir insistencia en la misma idea o concepto.
cuán frágil es, cuán misera, cuán vana...
La perífrasis da nombre a una figura de elisión de la palabra más esperable para nombrar a un objeto. El concepto o cosa es aludido mediante una expresión que, como su nombre indica es perifrástica, bordea indirectamente el concepto o cosa, pero lo nombra de forma unívoca.
quizá aquí hallarás, pues yo me alejo,
al que todo mi bien quitarme puede,
Si osar dijese mi boca
lo que piensa el alma mía,
señora, tocar querría,
donde la camisa os toca.
Toda alusión es una perífrasis, pero en la alusión el significado no es obvio. Hay que conocer el contexto cultural, en muchas ocasiones mitológico, para saber qué dice la perífrasis.
De mi cantar, pues, yo te vía agradada
tanto que no pudiera el mantuano Virgilio
Títiro ser de ti más alabado.
El eufemismo es causa psicológica y sociológica del cambio semántico. Los significantes se envilecen o ennoblecen a lo largo de la Historia. Sin embargo los contenidos necesitan ser expresados, aunque parezcan malsonantes. Por ello, se mudan los significantes aunque se mantengan los significados.
Cuando una frase queda en el aire... cuando ya está todo dicho y el escrito se queda en puntos suspensivos... cuando se renuncia a expresar lo que resulta evidente..., se produce la figura llamada reticencia.
Corre y ve y dile a tu madre,
si no me quiere por pobre,
que el mundo da muchas vueltas...
y ayer se cayó una torre.
No ha querido, Manuel Machado, dejar la frase absolutamente inconclusa, y haciendo referencia al refrán "Torres más altas cayeron", concluye por afirmar que la fortuna trastoca el destino de los hombres de forma caprichosa.
Mediante la ironía se da a entender justamente lo contrario de lo que se expresa. En la ironía ha de resultar evidente el verdadero sentido de la frase.
« la morcilla, gran señora, digna de veneración »
«Y pues vuesa merced escribe se le escriba y relate el caso muy por extenso, parecióme no tomalle por el medio, sino desde el principio, porque consideren los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe y cuánto más los que con fuerza y maña remando salieron a buen puerto».
Resulta absolutamente irónico que Lázaro de Tormes suponga que él ha salido a buen puerto cuando su deshonor, al ser su mujer manceba del arcipreste, es notorio en toda la ciudad.
La ironía que posee tono mordaz e insultante.
- Pero este pueblo, ¿ha sido grande algún día?
Los ojos acuosos del señor Cayo se iluminaron:
- ¿Grande dice? Aquí donde lo ve, hemos llegado a juntarnos más de cuarenta y siete vecinos, que se dice pronto. Y no ha habido en la montaña pueblo más jaranero, que no es porque yo lo diga, pero en la fiesta de la Pascuilla hasta de Refico subían. ¡No vea!
Rafa arrojó una colilla al suelo, la tapó con el pie, bajo la cabeza y murmuró con sorna: «¡Joder, Nueva York!»
Se llama tropo a todo cambio semántico que supone una visión personal, surgida de la asociación de ideas, y que de hecho significa una traslación de significantes: un objeto adquiere el nombre de otro. Esa traslación puede deberse a dos motivos: la semejanza y la contigüidad. Por sí mismos los tropos no son procedimientos literarios. El idioma normal y el habla de cada persona puede usarlos sin ninguna intención estética, más bien procurarían buscar la economía lingüística. Que el músculo haya recibido su nombre de la palabra latina "mur", `ratón' , se debe a su parecido en el movimiento de ambos y suponía el ahorro de una palabra aunque hoy ya no seamos conscientes de ello. Que la palabra seta se utilice para nombrar a alguien a quien gusta poco moverse no pretende tampoco objetivo estético. Son procedimientos tropológicos relacionados con la necesidad de la polisemia para que el aprendizaje de un idioma no sea tarea imposible.
Frente al resto de figuras literarias en el tropo existe sustitución de nombres, en las figuras no.
Es todo tropo que basa su traslación de significante en la contigüidad de significado. Esa relación de contigüidad puede ser muy varia:
sin movernos del lecho del dolor...
¿ quién podrá aspirar otra vez al galardón nordico ?
-¡Querido don Magín! ¡Dichosos los ojos! ¿Cómo pintan esas letras? - Últimamente bastante regular. Ando falto de inspiración. -Viaje, amigo, viaje. No hay como viajar para que a uno le entren luces.
- Si no me hallare yo, y si no se me ofreciese esta joya, me quedaré para vestir santos y me iré con palma a la sepultura.
- tú estás convencido de que cuando te salga la primera cana (a lo mejor te mueres antes de que te salga la primera cana) debes pegarte un tiro en la cabeza o despeñarte por un acantilado de la costa de tu país...
-¡No me toques, Luisa, que al vaso le falta una gota, y como rebase se va a inundar...España!
Es la metonimia de relación cuantitativa entre la palabra empleada y la significación mentada.
La sinécdoque se funda en las relaciones de coexistencia entre el todo y las partes, de modo que la expresión selecciona el todo significando la parte o la parte para significar el todo.
Por lo poco que he visto, me parece que no le vendrían mal a Orbajosa media docena de capitales dispuestos a emplearse aquí, un par de cabezas inteligentes que dirigieran la renovación de este país, y algunos miles de manos activas.
Las malas lenguas del lugar daban por causa de esta retirada el sobrado empeño de Currito en vigilar a Doña Ramona.
...el único que lleva mal fin es ese madrileño tan aficionado a las faldas...
Yo creo
que -instrumento inconsciente del destino- entre todos
hallaron, de aquietarme procurando los modos,
el libro-caja de música en que apoyada
mi sien se ve. La música me sirve de almohada.
Y, al saltar, los duros en el bolsillo mugriento tintinearon argentinos. (El valor de la moneda aparece en lugar de ésta.)
...como la ciudad se alterase y diesen voces sobre el caso...
No se haga caso de estas terribles masas inflamadas que agujerean los techos, penetran en las habitaciones, abren las puertas, horadan los pisos, bajan al sótano, y al reventar desparraman las llamas del infierno en el hogar tranquilo, sorprendiendo con la muerte al anciano inválido en su lecho y al niño en su cuna.
por ti la verde hierba, el fresco viento,
el blanco lirio y colorada rosa
y dulce primavera deseaba.
al cabo de mil dudas y vacilaciones compró un animal lucido y recio
La navarra, que tenía a la sazón veinte abriles...no pudo resistir a los constantes donaires de aquel murciano tan atrevido.
Cuando puedo decir: el día ha terminado.
Y con el día digo su trajín, su comercio,
la busca del dinero, la lucha de los muertos.
Lo abstracto por lo concreto.Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado;
...era evidente que los sirios habían de dar carpetazo, haciendo la vista gorda.
El gran estagirita, en su Retórica, afirma que tanto el símil como la metáfora son imágenes. Esta es antonomasia que coloca una perífrasis en lugar de un nombre propio, 'Aristóteles'.
El tío Lucas era más feo que Picio.
...en llegando a esta ocasión
un volcán, un Etna hecho,
quisiera arrancar del pecho
pedazos del corazón
Es el tropo fundamental, el de mayor complejidad y superior resultado estético. Se basa en la trasferencia de significantes por semejanza en los significados. Existen, pues, dos miembros el real -expresión- y el evocado -que se parece al real por su semejanza en el contenido. Cuando este último aparece la metáfora se llama impura, in praesentia o imagen. Cuando no, metáfora pura.
La metáfora tradicional apela a un reconocimiento intelectivo de la semejanza objetiva existente entre dos objetos:
aunque incluyan también objetos desemejantes que se parezcan por su función, finalidad o comportamiento.
No os dije que el suelo alfombrado de mi estancia es de césped granate
Ya comenzaban en el puchero humano de la corte a hervir hombres y mujeres, unos hacia arriba y otros hacia abajo, y otros de través, haciendo un cruzado al son de su misma confusión, y el piélago racional de Madrid a sembrarse de ballenas con ruedas, que por otro nombre llaman coches...
Por estas y otras niñerías, estuvo preso; aunque según a mí me han dicho después salió de la cárcel con tanta honra que le acompañaron doscientos cardenales, sino que a ninguno llamaban "señoría".
Ésta es Écija, la más fértil población de Andalucía -dijo el diablillo- que tiene aquel sol por armas a la entrada de esa hermosa puente, cuyos ojos rasgados lloran Genil, caudaloso río que tiene su solar en Sierra Nevada, y después, haciendo con Darro maridaje de cristal, viene a calzar de plata estos hermosos edificios.
Echó sapos y culebras por la boca y se desahogó cuanto pudo.
despeinados se me ofrecen al recuerdo los acontecimientos, y en el ánimo se me atropeyan en este instante brumoso.
Era, como vulgarmente se dice, de la piel de Barrabás.
Atribuye cualidades adjetivas sensitivas a un objeto que se percibe por distinto sentido, mezclando así y confundiendo sin lógica sensaciones de diversos tipos: auditivas, visuales, olfativas, táctiles... por hablar sólo de sinestesias que corresponden a los sentidos externos. En la greguería
Después de comer alcachofas el agua tiene sabor azul.
Gómez de la Serna pone en conexión el sabor y el color como si éste pudiera adjetivar a aquel.
sobre el cenit azul una caricia rosa!
Los "sentidos internos" que describen hambre, sed, cansancio, angustia, euforia, bienestar... también pueden ser objeto de asociaciones semejantes:
Carece de relación visible entre los elementos de la imagen, pero tampoco obedece a capricho. Debe el lector establecer una relación asociativa que se produce en cadena. Es característica de la poesía moderna y superrealista que buscó en la metáfora el medio para provocar sensaciones múltiples.
¿Te acuerdas? He vivido dos siglos, dos minutos,
sobre un pecho latiente,
he visto golondrinas de plomo triste anidadas en ojos
y una mejilla rota por una letra.
La soledad de lo inmenso mientras media la capacidad de una gota.
Imagen continuada que va traduciendo a plano metafórico cada uno de los componentes de la esfera real. Hace comprensibles conceptos abstractos difíciles de entender. Así hay obras como El Gran Teatro del Mundo de Calderón que son todas en conjunto alegoría de la vida humana.
Aunque las calles de Sevilla, en la mayor parte, son hijas todas del Laberinto de Creta, como el cojuelo era el Teseo de todas, sin el ovillo de Ariadna, llegaron al barrio del Duque...
Más quiere el ruiseñor su pobre nido hombre, casa
de pluma y leves pajas, más sus quejas dificultades
en el monte repuesto y escondido pueblo
que agradar lisonjero las orejas cortesano
de algún príncipe insigne, aprisionado palacio
tras el metal de las doradas rejas. corte
Es palabra que remite a otro objeto, pero a diferencia de la metáfora el símbolo se encuentra petrificado. Permite intuir lo designado, pero no lo describe objetivamente. Lo que en Manrique era aún metáfora impura: nuestras vidas son los ríos, a fuerza de insistencia en la metáfora pasa a ser símbolo en la poesía ya moderna. Basta a Machado decir “Guadalquivir” para entender la identificación río - vida.
¡ Oh, Guadalquivir !
Te vi en Cazorla nacer;
hoy, en Sanlúcar morir.
Un borbollón de agua clara,
debajo de un pino verde,
eras tú: ¡ qué bien sonabas !
Como yo, cerca del mar,
río de barro salobre,
¿sueñas con tu manantial?
A. Machado.
Bien claro con su voz me lo decía
la siniestra corneja repitiendo
la desventura mía.
Otros más agobiados
con los ríos al hombro
peregrinan sin llamar en las posadas
Gerardo Diego