LO BARROCO Es el Barroco un movimiento artístico europeo para el que Hatzfeld propuso la siguiente periodización:
La esencia del movimiento estriba en mantener las formas sensoriales y artísticas propias del Renacimiento a la vez que recupera la ideología y el dolor psicológico procedentes del Gótico.
"A UNA DAMA QUE SE AFEITABA" B. L. Argensola
Yo os quiero confesar, don Juan, primero:
Pero tras eso confesaros quiero
Mas, ¿qué mucho que yo perdido ande
Porque ese cielo azul que todos vemos Hay dos conceptos que llaman poderosamente la atención en este soneto de B. L. Argensola, dos ideas barrocas profundamente sentidas por su autor, y que pasamos a comentar: 1º.- El artificio supera la belleza natural. Tras un siglo de neoplatonismo y en la creencia de que el arte como creación (poiesis) era equiparable a la gran creación natural, pasamos a un mundo artístico de mimesis, aristotélico, que puede ser más perfecto que el natural. El giro es toda una revolución. Piénsese que a partir de Nicolás de Cusa, en el Cuattrocento, la valoración de la Naturaleza que funciona como principio autónomo e inmanente, "maximum contractum" que contiene todo lo que Dios contiene, corrió tan paralela a la de Dios mismo, "maximun absolutum", que dio en el Panteísmo. Por ello, en el Barroco, Quevedo advertirá que "la tierra no puede dar habilidad a las plantas, ni instinto a los animales, ni razón a los hombres, porque nadie puede dar lo que no tiene". ¿Qué significa para Argensola decir "en vano competir con ella aspira belleza igual de rostro verdadero"?. Desgarro y dolor, en la medida en que ha dejado de creer en la perfección humana. Desconcierto, ya que no puede estar seguro de que lo primitivo, lo no elaborado, esté bien hecho. Los sentidos provocan el engaño, y si el hombre -que en el Renacimiento era un microcosmos perfecto- se engaña y es engañado por lo natural, está abocado a vivir en la inseguridad metafísica. 2º.- "Que nos engaña así Naturaleza". Aún la ha escrito con mayúscula. Pero LA UNICA SEGURIDAD ESTA EN LA DUDA. Todo el poema hace pensar en los inicios del Racionalismo, en la duda metódica cartesiana, (las ideas precartesianas de Campanella son coetáneas). Aquí también hay primacía de la conciencia sobre el ser, lo objetivo ha sido desplazado por lo subjetivo, y la inseguridad que provoca en Argensola le hace exclamar ¡LASTIMA GRANDE!. La desilusión e inseguridad barrocas están ya perfectamente delimitadas. Y el sujeto, el poeta, dolorosamente PERDIDO por engaños que se presentan a sus ojos; tan sólo con la certeza de su ego mortal e imperfecto. Si la lírica es creación subjetiva y hallazgo de símbolos bien podemos no considerar este poema como poema lírico. Su meollo se enzarza en un juego de conceptos sin buscar el lenguaje conceptista característico del barroco. Sencillamente utiliza un lenguaje didáctico, dirigido a nuestro raciocinio sin preocuparse de otra cosa que de convencernos de que en el mundo predomina la apariencia sobre la realidad. El primer verso y todo el primer cuarteto va dirigido a un Don Juan, sin duda amigo del poeta que afea su pasión amorosa, que puede ser, al cabo, cualquier lector. La invención de tal amigo justificará en último término lo que el poeta ha escrito. Y el poema surge de la siguiente anécdota: nuestro autor anda de boca en boca porque anda perdido por una mujer. De esta dicen las malas lenguas que toda su belleza se fundamenta en un maquillaje artificioso. Nuestro acusado reconoce en la primera estrofa que "el rosa y la azucena" de la dama son efectivamente artificiales y no valen sino el dinero que cuestan. Sin embargo, tras un siglo en donde lo natural era lo alabado -un siglo de exaltación de belleza natural neoplatónica-, Argensola no sólo va a admitir que esa belleza es artificial sino que en la segunda estrofa afirmará que el artificio es superior a lo natural. Recordemos que en "la Celestina", 15O2, Elicia -harta ya de que se hable de la belleza de Melibea- atribuye todos los encantos de Melibea a las apariencias : "Que si algo tiene de hermosura, es por buenos atavíos, que trae. Ponezlos a un palo, también diréis que es gentil". Y esas palabras en un momento de auge del platonismo suponen la más absoluta de las descalificaciones hacia la posible rival. El posterior tópico del "Collige, virgo, rosas" se fundamenta así mismo en la exaltación del momento, ya que la belleza natural es perecedera. El momento histórico en que esto se escribe es absolutamente distinto. Los ideales renacentistas: naturaleza, mujer y arte, han quedado reducido a ese último, en lo que un renacentista llamaría artificio. Por el momento la segunda estrofa constituye un elogio -no de la locura (porque el loco erasmista se encuentra cercano a la verdad)- sino de la mentira. No sólo es posible que la maquillada sea bella sino que no hay belleza natural capaz de enfrentarse en competición a ese maquillaje. Argensola y Góngora pertenecen a la misma generación. Argensola nunca tuvo la menor veleidad culterana, pero su manera de pensar está muy próxima del poeta que quiso confeccionar un léxico, una sintaxis que por sí mismos fueran artísticos, poéticos. Los tercetos incluyen al yo en un tímido -aunque evidente-tono lírico donde el poeta manifiesta: 1º.- Que se encuentra perdido, que no halla la verdad y que las apariencias es lógico que lo confundan. Se trata de una perplejidad típicamente manierista. 2º.- Que la naturaleza contribuye de continuo a engañar nuestros sentidos e incluso en lo más bello "cielo azul", ni es cielo -una vez más el concepto elaborado, la teología, se impone a la lengua popular-, ni es azul, ya que tal color es una ilusión creada por la atmósfera terrestre. El poeta se vale, tal vez, de los últimos adelantos científicos para manifestar su pesadumbre por el giro copernicano. El hombre en torno al cual no gira la creación se encuentra perdido ante unas apariencias engañosas y ante una ciencia cuyas verdades son cambiantes. Finaliza así el poema con una admiración retórica que sí es absolutamente poesía lírica, sentimiento personal, padecimiento íntimo... ! Lástima grande que no sea VERDAD tanta BELLEZA!. Esa admiración expresa sin lugar a dudas el final de toda creencia platónica según la cual mediante la belleza se puede trascender a la verdad o lo que es lo mismo, al absoluto. Pero en un mundo ya quijotesco donde los sentidos engañan y donde los mitos de Dulcinea -la mujer- o de la Edad de Oro –La Naturaleza- se han hecho pasado, tan sólo queda perderse en la apariencia y el artificio.
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