EL «CARPE DIEM» dum loquimur, fugerit invida aetas: carpe diem, quam minimum credula postero. Horacio Mientras hablamos, los años corren envidiosos: aprovecha el día, y no te fíes un pelo del mañana. |
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de Odas RonsardVamos a ver, amada, si la rosa que esta mañana había desceñido su veste al sol, de púrpura brillante, ha perdido con el atardecer los pliegues de su manto esplendoroso y su color al tuyo parecido. ¡Ay!, mira cómo en un poco de tiempo, en el mismo lugar, amada mía, sus bellezas, ¡ay, ay!, dejó caer. ¡Qué madrastra eres tú, naturaleza, pues una flor tan bella sólo dura desde el amanecer hasta la noche! Si has de creer lo que te digo, amada, en tanto que tu edad abre sus flores en la más verde y fresca novedad, toma las rosas de tu juventud, pues la vejez, lo mismo que a esta flor, hará que se marchite tu belleza. Traducción José María Valverde |
"de la Magdalena" Fray LuisElisa, Ya el preciado cabello que del oro escarnio hacía la nieve ha demudado !Ay¡, yo no te decía: "Recoge, Elisa, el pie, que vuela el día" Ya los que prometían durar en tu servicio eternamente, ingratos se desvían por no mirar la frente con rugas afeada, el negro diente. ¿Qué tienes del pasado tiempo si no dolor? ¿Cúal es el fruto que tu labor te ha dado, separado si no es tristeza y luto y el alma hecha sierva a vicio bruto? |
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Antes de que el Barroco fuese sentimiento existencial de inseguridad, mientras Cervantes combatía, creyendo a pies juntillas que “desfacía entuertos y amparaba viudas”, en Lepanto -1571-, Fray Luis, que al decir de Hazftel representa el Renacimiento en España, escribía esta composición muy al dictado de sus razones y… ¿muy alejado de sus sentimientos? En ella el sermoneador vence al poeta y el resultado es anticipación de ideas barrocas y destrozo de imágenes renacentistas. Cabello: Oro > Plata Frente: Cristal > Rugas Diente: Perla > Negro Ciertamente la brevedad de la vida la había contemplado el renacentista equiparándola a día, pero para -al igual que Horacio- concluir en el tema del "Carpe diem". Perder el tiempo consistía en hablar, especular, filosofar y olvidar el vivir. Fray Luis, recogiendo la tradición escolástica, encuentra en el "Collige, virgo, rosas" ejemplo del amor de concupiscentia, opuesto al amor de benevolentia; y olvidando su tiempo y al dictado de sus hábitos -que en este caso hacen al monje- escribe: "¿Qué tienes del pasado tiempo, sino dolor?". La primera parte de las Coplas manriqueñas, las más doctrinales y menos sentidas, ya nos habían negado el valor de la vida de manera similar: Si vemos lo presente, cómo en un punto se es ido y acabado, si juzgamos sabiamente daremos lo no venido por pasado. El Fray Luis que escribió, mejor aún, que escribirá, "El aire se serena", de filosofía tan neoplatónica, no tenía derecho a que el predicador nos arrebatase al poeta. Pero más duro aún es que la atormentada alma barroca de Lope o Quevedo inicie sus manifestaciones con formulaciones tan escasamente subjetivas. ¿Dónde está en Fray Luis el dolor por la pérdida de la Belleza? ¿Dónde la lírica emoción de Manrique al evocar "¿Qué se hicieron las damas, sus tocados, sus vestidos, sus olores...."? En este poema no hay sino ecuación y cálculo, destrozo renacentista causado más por la quinta sesión del Concilio de Trento -17 de Junio de 1546- , que por inspiración en la evangélica María Magdalena. Así podemos, en cualquier caso, rastrear los orígenes ideológicos del Barroco, ya que no sus inicios afectivos.
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