LENGUA A1 (1999/2001)

I.   Relación de obras para lectura y estudio

  Parte I Literatura mundial

(Tres obras de autores diferentes que hayan sido escritas en una lengua que no sea la propia del alumno. Se estudiarán en traducción.)

Kafka: La metamorfosis.

Camus: El extranjero.

Ibsen: Casa de muñecas.

II.  (La evaluación externa de esta parte se hará sobre un trabajo escrito de literatura comparada. El trabajo se presentará antes de marzo del segundo año)

TRABAJO de literatura mundial I

El trabajo I debe ser un estudio comparativo, basado en al menos dos de las tres obras de literatura mundial estudiadas en la Parte 1 del Programa. Debe tener entre 1000 y 1500 palabras.

1.     Aspectos

Cada estudiante debe seleccionar un aspecto de las obras de literatura mundial de la Parte I. Este aspecto seleccionado debe centrarse en algún vínculo pertinente entre las dos o tres obras utilizadas para el trabajo y debe reflejar los intereses del estudiante. Sin embargo, no hace falta que este vínculo demuestre las razones por las que las obras han sido estudiadas como grupo.

Los estudiantes pueden escoger para sus trabajos temas que se centren en aspectos tales como:

·         La técnica narrativa

·         La caracterización

·         La representación de la sociedad en la literatura que se ha estudiado

·         Las perspectivas internacionales sobre problemas comunes a todos los seres humanos

·        Perspectivas interculturales del papel del artista en la sociedad.

2.     Enfoque

Los trabajos deben resultar un ejercicio de redacción convincente, y deben incluir secciones de introducción y conclusión, de acuerdo con las reglas de escritura en la lengua A1 que se esté estudiando.

Aunque el grueso del trabajo no tiene necesariamente que consistir en una exposición y desarrollo formal de ideas, sí debe constituir un discurso razonado.

3.     Estructura

La introducción puede consistir, por ejemplo, en una exposición breve de los objetivos del trabajo.

La parte central del trabajo debe revelar la forma en la que el estudiante ha comprendido las obras y su apreciación de la conexión entre ellas. Diversos métodos resultan aceptables, incluidos, por ejemplo, el diálogo socrático, la entrevista o el desarrollo formal de ideas, como, por ejemplo, en un ensayo.

La conclusión puede consistir, por ejemplo, en un breve resumen y en una evaluación personal de los asuntos tratados o de lo que se cree que ha sido el logro más notable del trabajo.

 

   Parte II Estudio Detallado (4 obras de 4 géneros diferentes)

POESÍA: Poetas de la Generación del 27 

Pedro Salinas: “Underwood girls”, “Perdóname por ir así buscándote...”, “Qué alegría vivir/ sintiéndose ...”

García Lorca: “Canción del jinete”, Romance de la luna luna”, “La aurora”.

Alberti: “Si mi voz muriera en tierra...”, “Los ángeles colegiales”, “Hoy las nubes me trajeron”.

Jorge Guillén: “Las doce en el reloj”, Primavera delgada”, “Historia extraordinaria”.

Luis Cernuda: “No decía palabras”, Donde habite el olvido”, “Soliloquio del farero”.

Gerardo Diego: “Río Duero, río Duero”, “Al ciprés de Silos”.

TEATRO: A. Buero Vallejo (El tragaluz)

AUTOBIOGRAFÍA y ENSAYO: Larra (Artículos)

  1. Capuletti e Montechi

  2. Los calaveras

  3. Lo que no se puede decir, no se debe decir

  4. Las palabras

NOVELA: M: de Unamuno (San Manuel Bueno, mártir)

(Parte de la evaluación de este apartado consistirá en un comentario oral sobre uno de los poemas o un fragmento de la novela. El comentario será grabado)

  PARTE III Grupos de Obras

(tres obras en español de un género y una de literatura mundial)

Literatura española:

Fernando de Rojas (La Celestina)

José Zorrilla (D. Juan Tenorio)

Federico García Lorca (La casa de Bernarda Alba)

Literatura Universal:

W. Shakespeare: (Romeo y Julieta)

(La evaluación externa de esta parte se hará en el examen de mayo del segundo año.)

SECCIÓN B: ¿Quieres ver modelos de preguntas? Pulsa sobre el grito.

  PARTE IV SELECCIÓN LIBRE POR PARTE DEL INSTITUTO

(Tres obras en lengua española de autores diferentes y una escrita en otra lengua y relacionada con alguna de ellas, al menos por género, época, tema o tipo de estudio)

Eduardo Mwndoza: La verdad sobre el caso Savolta.

Camilo José Cela: La familia de Pascual Duarte.

Gabriel García Márquez: Crónica de una muerte anunciada.

Thomas Mann: La muerte en Venecia.


 

III.   EVALUACIÓN FINAL DE LA ASIGNATURA

1.   EVALUACIÓN EXTERNA

a)    Pruebas escritas

(1)       Comentario: (dos horas) 25%

Comentario sobre un texto (se proponen dos textos y se excluye el texto dialógico) no estudiado. Cuando fuera pertinente, los alumnos podrán relacionar el texto con otras obras leídas.

¿Quieres ver modelos de textos? Pulsa sobre el grito.

(2)       Una redacción: (dos horas) 25%

Se proponen seis asuntos -sobre la parte de grupos de obras (III)- de los cuales dos sobre características del género y cuatro de carácter general. Los estudiantes deben referirse al menos a dos obras de las cuatro implicadas y, si cabe, a la dramática de la parte II (El tragaluz).

(3)       Trabajos.

 (Se presentan en castellano antes de marzo del segundo año. 20%)

Sobre literatura universal y comparada. Se presentan dos y son supervisados por el profesor.

El primero versará sobre un aspecto de las obras de la Parte I. (Técnica narrativa, caracterización de personajes, representación de la sociedad, problemas humanos comunes a diferentes culturas). Su extensión será de 1200 a 1500 palabras. Mantendrá una estructura formal donde se aprecie INTRODUCCIÓN (presentación del asunto), DESARROLLO (el asunto escogido ha de implicar a tres de las obras) y CONCLUSIÓN (descripción de los resultados obtenidos).

El segundo tendrá extensión aproximada de 1000 a 1500 palabras. Su tema tratará estudio comparado entre una obra castellana y otra extranjera; o bien estudio creativo sobre una o dos obras siempre que una esté escrita en lengua no española; o bien estudio detallado sobre una obra de literatura en lengua no castellana.

2.   EVALUACIÓN INTERNA (Valor del 30%)

a)    Pruebas orales

         Comentario oral individual (sobre textos o pasajes de la Parte II). Elegido por el profesor y orientado con preguntas previas. (Se mantiene en grabación). Comprende 20’ de preparación y 15’ de exposición.

         Presentación oral individual (sobre textos o pasajes de la Parte IV) de asunto de elegido por el estudiante y preparado fuera del aula.

Monografía

 El curso tendiente a realizar la Monografía, que no debe superar las 4.000 palabras, brinda a los estudiantes la oportunidad de investigar un tema que les interese especialmente, a la vez que los familiariza con la investigación independiente y el tipo de redacción académica que se esperará de ellos en la universidad.

Evaluación interna

En casi todas las asignaturas, al menos parte de la evaluación la realizan profesores del colegio, que corrigen trabajos individuales entregados como parte del trabajo del curso. Ejemplos de estos trabajos serían: ejercicios orales, proyectos, carpetas y portafolios, presentaciones en clase, prácticas de laboratorio, investigaciones matemáticas, e interpretaciones artísticas.

Evaluación externa

Algunas tareas de evaluación las dirigen y supervisan los profesores sin las restricciones de un examen, pero las corrigen examinadores externos. Ejemplos de esto serían: trabajos escritos de literatura mundial de Lengua A1, tareas escritas de Lengua A2, ensayos de Teoría del Conocimiento y la Monografía.

Dado el mayor nivel de objetividad y fiabilidad del examen estándar, la mayor parte de la evaluación de las asignaturas se realiza por medio de exámenes corregidos por examinadores externos al colegio.

PRUEBAS BIO

ESPAÑOL A1 NIVEL SUPERIOR       PRUEBA 1

Lunes 15 de mayo del 2000 (mañana) 4 horas

INSTRUCCIONES PARA LOS ALUMNOS


 

SECCIÓN A

Escriba un comentario sobre uno de los textos siguientes:

1 (a)

Echó una ojeada con el rabillo del ojo al hombre que roncaba estruendosamente en su propia cama, y equiparó la voluminosa silueta que se adivinaba bajo las sábanas al peso muerto de un viejo boxeador sonado, irrecuperable ya, fofo e imbécil. Suspiró de nuevo y comenzó a escribir:

Señor Juez:

Yo, Magdalena Hernández Rodríguez, española, viuda, química de profesión, de 46 años de edad, en plena posesión de todas mis facultades físicas y mentales, he decidido hoy, 7 de mayo de 1990, quitarme voluntariamente la vida dado que esta ya no tiene ningún sentido para mí…

Lo había encontrado de nuevo, cuando ya no esperaba volver a verle jamás… Cuando ya casi le daba igual, justo entonces, en aquel preciso momento, un hombre barbudo, gordo y más que medianamente calvo, se abalanzó sobre ella en una fiesta cortándole la respiración con un asfixiante abrazo, llenándole la cara de babas que olían a puro canario… Malena, soy yo, Andrés, ¿no te alegras de verme…?

Cuando consiguió detener la húmeda avalancha que, más que recompensarla, la castigaba cruelmente por tantos años de espera, consiguió reconocer en aquel rostro abotargado y envilecido por la edad –tan implacable siempre con la gente estúpida-, algunos leves matices del enloquecedor adolescente al que nunca había dejado de amar. Ahí, ocultos por una desagradable maraña entrecana, estaban los labios finísimos, apenas sugeridos, que ella había querido interpretar siempre como la tácita insinuación de un amante pérfido e inexperto, los labios cuya sola visión fuera antes capaz de desencadenar una incontrolable sucesión de escalofríos, calientes y helados a un tiempo, en el exacto centro de su columna vertebral. Y ahí estaba también todo lo demás, las delicadas ojeras –que se habían convertido en una bolsa encima de otra bolsa-, la barbilla afilada –ahora rechoncha génesis de una blanda papada-, las enormes y huesudas manos de dedos largos –pero hinchadas ya como percebes norteafricanos-, y el cuerpo, el frágil y adorable cuerpo de antaño, el objeto único de un deseo espeso y oscuro como la sangre, doloso, total, cebado en soledad durante casi treinta años para disolverse ahora, en un instante, ante la visión de ese grueso embutido mal cocido que resultaba ser Andrés. […]

Dejé de comer a los quince años, ¿sabe usted? A los quince años empecé a alimentarme, a ingerir lo estrictamente necesario para ir tirando, verdura hervida, pescado hervido, vida hervida… Y todo por amor, que ya es triste lo imbéciles que podemos llegar a ser las mujeres, pero es que… yo creía que me moría, que me moría de pena, y de asco, y de ganas de Andrés…

Almudena Grandes, Modelos de mujer. Malena, una vida hervida, 1996

¿CÓMO LO COMENTO?
 

2 (a)

Los hombres gordos

Como un látigo naufragando

en el sudor de las bestias

así encuentran su corazón

los hombres gordos:

deforme engañado repleto de fichas

y píldoras

insomnios y precios

con lágimas que no saltan

de la sangre

con el deseo enterrado en la grasa

con el latido separado del recuerdo.

Así encuentran su corazón

como una hilacha impura

de pronto porque hay unas dudas blandas sospechas

una esposa que sonríe huelgas directorios

rincones del alma que hieden

secretarios que se equivocan

y hay que liquidar el porcentaje

y hay una muchacha tal vez la dactilógrafa

y hay quienes respiran de otro modo

que viven de otras cosas

pero es mejor comprender no darse cuenta.

Así encuentran su corazón:

como una arruga en la camisa impecable

algo que no es dolor y que se olvida

recordando los subsidios

los saldos en cuentas corrientes

y donación para la iglesia

un poco de más

más hay que cumplir con la conciencia.

Así encuentran su corazón:

sintiendo una súbita molestia

algo que no duele y que se olvida

pensando en la Democracia

que a cada individuo da lo justo:

miseria, coca-cola o dividendo.

Y así,

casi contentos, casi satisfechos

casi de cualquier manera

encuentran su corazón

los hombres gordos: rascándose.

SAÚL IBARGOYEN ISLAS. El otoño de piedra. Montevideo, 1958

¿CÓMO LO COMENTO?
 

 

SECCIÓN B

Escriba una redacción sobre uno de los siguientes temas. Su respuesta debe centrarse principalmente en, por lo menos, dos de las obras estudiadas para la Parte 3. Se permiten referencias a otras obras siempre que no formen la parte principal de su respuesta.

El poder

2 (a) Más allá de cada historia o argumento concreto, ¿considera Vd. que las obras sobre el poder representan simbólicamente y valoran comportamientos constantes de la naturaleza humana y de nuestras sociedades? Exponga sus puntos de vista refiriéndose a las obras que ha leído sobre el poder.

o

(b) “Los poderosos y los grupos dominantes dictan leyes y normas que constituyen la legalidad o la normalidad imperantes. Pero, a veces, entran en conflicto con la verdadera Justicia porque se dictan en beneficio propio y atentan contra derechos de la persona”. Analice hasta qué punto se da este conflicto y las consecuencias que tiene para los oprimidos.

La mujer

3 (a) las relaciones entre los hombres y las mujeres de las obras que ha leído ¿son frustrantes, problemáticas o decepcionantes? Exponga y justifique sus puntos de vista analizando con cuidado la psicología, sentimientos y comportamientos de ambos.

o

(b) “La mayoría de las mujeres de estas obras son seres autosuficientes y centrados en sí, para las que el varón es un ser irrelevante por el que no sienten nada profundo y del que no esperan nada, salvo la vaga seguridad de tener a un hombre, -cualquier hombre-, cerca. Discuta y matice la validez de esta afirmación refiriéndose a las obras que ha leído.

Escuela de la vida

4 (a) “Los textos incluidos en este tema reflejan una lucha metafísica o social de los personajes: unos luchan por hallar una verdad o la propia identidad, otros por conquistar un lugar en la sociedad adversa y otros por las dos cosas”. Analice la naturaleza de las metas de los personajes y su éxito en alcanzarlas.

o

(b) “En estas obras hay un modelo cuyos valores se propugna y un contramodelo cuyos valores se critican. La evolución de los personajes se resume en una sucesión de elecciones entre unos y otros”. Discuta la validez de este aserto analizando los modelos positivos o negativos, con sus valores o contravalores, y la evolución o elección de los personajes.

El amor

5 (a) “El verdadero amor supera todas las barreras: clase social, cultura, ideología o sensibilidad”. ¿Hasta qué punto esto es total o parcialmente válido para las obras leídas?

o

(b) “El amor suele emprender dos caminos opuestos: o el descubrimiento y la aceptación de la persona real a la que se ama, o la idealización estereotipada del ser amado, al que se simplifica y falsea según las necesidades o los sueños del enamorado”. Analice qué dirección adoptan los enamorados en las obras que ha leído y valore sus causas y consecuencias.

Teatro comparado

6 (a) “Para reflejar sintéticamente la sociedad, el teatro urde sus tramas en torno a problemas fundamentales para esa época (honor, destino, verdad…), y hace que los personajes encarnen simbólicamente las actitudes básicas de dicha sociedad ante esos temas”. Señale el valor de época de de los problemas y sus soluciones. Si es posible, explique hasta qué punto los personajes representan posturas básicas del marco social o cultural en que nacen las obras.

o

(b) “Aunque las obras teatrales tengan un protagonista masculino, los personajes femeninos son siempre el elemento clave en torno al cual se organiza la acción, avanza y se precipita el desenlace”. Discuta la validez de este aserto y haga las oportunas matizaciones refiriéndose a situaciones clave de las obras que ha leído.

El hombre y el medio

7 (a) Las relaciones del hombre con su medio y con la naturaleza, ¿tienden a un optimismo y la idealización nostálgica o inducen al realismo y al desencanto? Justifique su respuesta refiriéndose a las obras que ha leído.

o

(b) ¿Considera que las obras leídas se limitan simplemente a señalar los problemas del hombre y la sociedad o toman partido criticando y apuntando algún modelo individual o social?

La renovación de la técnica y el lenguaje narrativos

8 (a) “En estas obras el tiempo y el espacio tienen un tratamiento que evita la simple sucesión lineal y el tratamiento realista”. Discuta la validez de este aserto y analice las principales técnicas empleadas para representar estos elementos en las obras que ha leído.

o

(b) “La novela es un género narrativo que deriva de la épica. Pero la novela del s. XX parece más interesada en la epopeya interior y en el proceso mental de los personajes (pensamientos, vivencias, obsesiones, recuerdos…) que en sus peripecias externas”. Discuta la validez de este aserto y analice las diferentes técnicas para expresar la vida interior de los personajes.


 

COMENTARIO Una vida hervida

ASUNTO y TEMA. En el marco de una narración, de protagonista femenino, de ambiente actual y de forma introspectiva, se nos cuenta la decepción que sufren los viejos ideales del ayer al contraponerlos con la doliente realidad tras el paso de los años. En tono esperpéntico la fealdad del presente hace ridícula la quimera del pasado juvenil, de tal forma que el chasco de la disparidad aboca al suicidio. El tema, por tanto, preso de un desaliento romántico, invita a poner en cuestión toda visión alentadora de la vida humana que no tiene más esperanza que un envejecimiento que conlleva fealdad, asqueamiento y dolor.

ESTRUCTURA. El texto presenta dos momentos temporales de tiempo real y otro más de tiempo psicológico o interior. Los dos primeros párrafos corresponden al último momento cronológico en el que la protagonista redacta una declaración al juez para autoinculparse de su muerte, mientras a su lado el que fuera hombre de sus sueños duerme la borrachera. La carta en presente o en perfecto compuesto frente al pasado indefinido del narrativo “suspiró de nuevo”. El “he decidido” sin necesidad de explicitarlo se sabe consecuencia de aquel suspiro causado por los ronquidos del cuerpo “irrecuperable ya” que yace en su cama.

Los dos párrafos siguientes son flash back respecto de aquellos y relatan el momento del encuentro de la protagonista, al cabo de treinta años, con el que fuera su amor juvenil y al que –por lo visto- ha consagrado su  devoto recuerdo. En el cuarto párrafo se relata ya el tiempo psicológico del pasado juvenil, en evocación desencantada desde un presente que traiciona el ayer idealizado. El “había encontrado” que enseñorea el párrafo tercero es pluscuamperfecto que señala anterioridad respecto de lo anteriormente contado. Supone un regreso del pasado ideal a un presente denostado sin paliativos… Alternando entre el pasado simple con el pluscuamperfecto describe los rasgos físicos complaciéndose la autora en los rasgos degradantes.

Finaliza con el regreso a la carta dirigida al juez que explica la equivocación de esa vida consagrada a la ensoñación y al recuerdo. Pero ahora la carta explora el pasado en indefinido para explicar desde los quince y hasta los actuales 46 los treinta años de fiasco que provocan la decisión de quitarse voluntariamente la vida.

ANÁLISIS DE CONTENIDO. Como quiera que el contenido pretenda convencer de la equivocación que supone el enamoramiento de la belleza juvenil, el género demostrativo que significa la descripción abarca la mayor parte del texto. Descripción física, prosopografía, de un hombre entrado en años y con rasgos de avejentamiento. Sólo dos palabras para lo psicológico y moral: los adjetivos “imbécil y estúpida” que no dicen mucho del encanto de la persona. Muy al contrario son insultantes y vejatorios para su conjunto.

La prosopografía se inicia en el primer párrafo con visión general de la persona: “voluminosa silueta” donde el adjetivo es descalificatorio, porque escrito desde valores actuales el exceso de peso conspira contra el ideal de belleza. Esa totalidad corporal se equipara con la de un boxeador al que se adhieren todos los adjetivos que puedan degradar al púgil: viejo, sonado, fofo, imbécil. El peso del cuerpo es peso muerto y lo que el hombre descrito tiene que decir para defenderse es ronquido estruendoso que lo acusa. La visión general es despiadada y no deja lugar a la menor duda.

El tercer párrafo precisa un poco más la prosopografía con visión general de la cara del reproducido. Y los caracteres corroboran la impresión lamentable del cuerpo: desaliñado por barbudo, declinante por casi calvo, incómodo por gordo y sucio por baboso. Si el retrato fuese positivo sería un sueño, al ser negativo es consumada pesadilla. Pero si hubiera de demostrarse cumplidamente que la realidad es una incómoda burla, un despiadado esperpento de la pasión fosilizada, quedan los rasgos individuales en que los labios insinuantes han desaparecido, las ojeras se han pervertido en bolsas, el mentón prominente trocado en papada, y los dedos y el cuerpo restan abotagados. Como en las descripciones hiperbólicas del Quevedo del Buscón, o en las acotaciones animalizantes del esperpento valleinclanesco, los rasgos humanos han desaparecido dejando paso a atributos propios del cerdo o el elefante.

Esas circunstancias del presente destrozan en piltrafas las alusiones al pasado, de modo que la narradora omnisciente deja paso a la narradora protagonista en la redacción de una explicación que dé razón de ser de su suicidio. Lo hace en dos momentos. En el primero el lenguaje es administrativo, adecuado a la ocasión de escribir al juez; y en la segunda el juez se torna confidente de una paranoica que ha inmolado su vida en aras del amor.

Así pues en el contenido hay dos narradores y dos modos de expresar. El narrador omnisciente, la novelista en nuestro caso, se encarga de la descripción, del aporte objetivo de no ser por la insufrible carga de vituperio que se acumula sobre el hombre descrito. De otro lado la narradora en primera persona que ofrece datos de una vida, ya sin sentido, y de la determinación de acabar con ella. Y la verdad es que la descripción sería como para justificar esa decisión, de no ser porque creemos que incurre en una contradicción. Dado un personaje femenino tan estúpido como para haber consagrado su vida a lo que de belleza haya en la anorexia ¿es posible que fuera capaz de ver el sinsentido vital?

TEXTO y ÉPOCA. En el mundo sin utopías de la novela postmoderna, los personajes descreídos y desencantados son multitud. Los héroes y heroínas del siglo de la novela, de Dickens o de Tolstoi, pasan a ser antihéroes de opereta. Sus autores narran exentos de complejidades técnicas peripecias intimistas o se dedican al escapismo de géneros consagrados como la novela histórica o policíaca. Ni se comprometen con el “docere” ni con el “delectare” del mandamiento clásico. El presente texto muestra, dentro de ese contexto, cómo la acción narrativa ha degenerado de la épica al relato del suicida. Y a lo que vemos suicida por no saber encajar que el “Nicht-Ich” fichteano sea independiente de la consciencia, por lo que desaparecido el YO, solucionado el problema externo que nos agravia.

Comentario de "Los hombres gordos"

Si la lírica supone imposición del modo de ver el mundo del autor, aceptación de su subjetividad, en este caso el escritor se excede en la facultad que se otorga para –quebrantando todo límite de objetivismo- gravarnos con el peso de un relativismo abusivo. Hasta la ortografía de los signos de puntuación, condición indispensable para comprender, la deja a nuestro arbitrio, pero a sabiendas que o las anáforas o las enumeraciones nos fuerzan a encontrarla o quedaremos ayunados de comprensión.

El poeta construye un poema que tiene por asunto el modus vivendi del hombre gordo, más en un sentido psicológico que somático. Y por tema la deshumanización de quienes viven en un mundo de hipocresía y falta de compromiso con la realidad circundante. En este sentido la palabra crucial es corazón, con el sentido que le ha dado la tradición poética de órgano relacionado con los afectos y la vida sentimental. Desde el tercer verso vemos que la frase principal es “así encuentran su corazón” que se repite en los versos 12, 23, 31 y 41. Esa repetición nos lleva al leif motiv que da argumento a todo el contenido. Y esos “gordos” cuyo corazón no es fácil encontrar, tienen un corazón “deforme y engañado”. La deformidad consiste en que no tiene que ver con su vida, ya que su vida no es sentimiento, y cuando lo encuentran les parece “una hilacha impura” o “una arruga en la camisa impecable”. La ética vital de los gordos tiene “el deseo enterrado en la grasa” y los males del mundo no les duelen porque viven, como poco, alienados pensando que la vida da a cada uno lo que merece, y a lo sumo separan el latido del recuerdo y prefieren no darse cuenta de la realidad ingrata o cumplen con la conciencia con el donativo de la cuestación eclesiástica.

El orden de la presentación no obedece a razón. Las ideas salen a borbotones mezclando palabras sin más conexión que la connotación negativa que las agruparía. Así píldoras, al lado de insomnios; precios seguidos de lágrimas van delineando un mundo de contravalores en que prevalecen el mundo económico, el desafecto amoroso, el trabajo alienante… La fórmula para triunfar en ese mundo de contravalores es la de comprenderlo y la de ignorar –“no darse cuenta”- de que hay quienes viven de otras cosas y “respiran”, o mejor piensan, de otro modo. El final nos confirma que los gordos viven casi contentos con esa forma de ignorar los deseos y olvidar los recuerdos, pero eso no santifica su forma de vida.

El poema se inserta dentro de la problemática de la poesía social. Es una poesía marcada por inquietudes éticas nacidas de la necesidad de justicia social. Su lenguaje cercano al prosaísmo, al habla corriente, tiene la dificultad de la ausencia de verbos y la proliferación de nombres para construir el mundo de significado que necesita, pero ni elabora tropos ni acumula figuras patéticas por mor de manifestar la afectividad. Por esa razón su poesía no redime el mundo, solamente lo denuncia sin anunciar siquiera el fin de la maldad. Tan sólo en la necesaria sublimación que el arte realiza en la realidad, aparece esporádicamente el sentido del humor, como en ese “rascándose” final que equivale al anterior “sintiendo una súbita molestia”. Con todo el poema manifiesta más desencanto que esperanza y mayor soledad que solidaridad.

Más romántico que clásico en lo formal, porque escribe sin respeto por ninguna rigurosidad de la forma. La métrica es libérrima y la rima inexistente. Tampoco se respeta la coherencia lógica en expresiones como “con lágrimas que no saltan de la sangre” cuya interpretación es cuando menos anfibológica.

Rosa Chacel, Memorias de Leticia Valle (1945)

Me crucé con Luisa delante de la tribuna. Subí y, al pasar por delante de la mesa, hice una reverencia. El alcalde señaló al hemiciclo:

-Ponte allí, que se te vea bien…

Estaba casi serena… Me pareció oír la frase inolvidable: “Lo que tú quieras, salada”, y sentí que me concedía de antemano el triunfo, que todo sería como yo quisiera: desplegué el papel y empecé a recitar.

Si es difícil en cualquier caso medir el aliento que hay que dar al primer verso, mucho más lo es en La Carrera, pues el poema se desboca en las primeras palabras con el impulso de un caballo que no obedece… Después de sugerir el ímpetu del caballo, empieza la descripción de las imágenes airadas que pasan junto al rey moro: el ritmo puede hacerse menos duro entonces, se pueden realzar más las palabras, que son de por sí tan hermosas:

Del álamo blanco las ramas tendidas,

las copas ligeras de palomas y pinos,

las varas revueltas de zarzas y espinos…

Extendí el brazo derecho con un ademán vago… Entonces giré un poco sobre los talones, dirigiendo el ademán como hacia el fondo de la sala… Al decir:

Pasaban y Al-hamar las percibía

pasar sin concebir su rapidez…

extendí el brazo hacia un determinado lugar, exactamente tal como lo había ensayado… Señalé a un sitio de la primera fila de espectadores, con la mano abierta, como si tocase algo con la punta de los dedos, como si descorriese un velo que descubre el misterio. Y desde allí, desde la tribuna, sentí latir su corazón.

Esto no son sólo palabras: lo sentí…

El murmullo, la inquietud del gentío, todo se había borrado, y también la distancia de cinco o seis metros que me separaba de Don Daniel.

Era lógicamente imposible que yo desde donde estaba oyese latir su corazón, y también era fuera toda lógica que él se sobresaltase al oír el nombre del rey Al-hamar como si hubiese oído su propio nombre. Sin embargo, así fue: en aquel momento no había entre él y yo ni distancia ni secreto.

Él veía las ideas que se agolpaban en mi cabeza como yo veía que la sangre se aceleraba en sus venas porque, además el poema me ayudaba no sé si a descubrirlo o a provocarlo. También era aludida allí la agitación interior del que cabalga fuera de donde es lógico cabalgar.

Recalqué con el brazo extendido otra vez en la misma dirección:

Y en sus sienes golpeando sin tiento

de la sangre el latido violento

sus oídos zumbaban con lento

y profundo y monótono son.

Apareció en seguida en sus ojos aquella expresión sombría… Su palidez, las sombras que le proyectaban en las ojeras las luces de la sala, no sé si despertaban en mi fondo una marejada de ternura o de miedo; el caso es que seguí porque la sonoridad de aquellos versos me arrastraba…

Seguí la descripción de las visiones y encontré que de pronto decía:

Vio grutas pintorescas

Por sílfides moradas…

¡Pintorescas! La verdad es que es abominable la palabra…

Yo señalaba fondo de la sala como si (el rey) estuviese allá lejos:

Llega, avanza,

ya se lanza,

ya en él entra.

Ya se encuentra

suspendido…

y ya con más serenidad, como con la certeza del final glorioso, como si el rey empezase a pisar la tierra firme de sus propias virtudes, nuevamente señalando a la primera fila de butacas:

Vuela y pasa,

justiciero,

rey prudente,

juez severo,

y valiente

caballero,

el primero

de la casa

de Nazar.

Pestañeó como si hubiese sentido un contacto brusco en los párpados. Yo vi que con aquel sacudir las pestañas rechazaba la frase que yo había enviado con todo mi aliento; “¡el primero!".

Asunto y tema:

El fragmento reproduce un momento en el que un personaje recita un poema ante el público de una sala y evoca en primera persona narrativa las emociones de aquel momento en que supuso al público arrobado por sus palabras. Con independencia del significado del tranco en la marcha del relato, parece interrogar por la significación del arte y la inspiración que lo sublime nos provoca. La frecuencia con que recurre a versos del recitado da pausa a la narración y sirve para demorar el proceso temporal para así dar pie al análisis de los sentimientos, con introspección psicológica del sujeto narrador, del público y de la rapsoda.

Estructura.

Dentro del episodio del recitado, de difícil segmentación, sí podemos realizar disección de elementos que lo integran: la subida al escenario, el permiso para iniciar su actuación, el inicio de la lectura, los momentos posteriores en que realiza ademanes estudiados y el instante en que cree advertir la comunión de su actuación con Don Daniel. Esta sería una primera parte que finaliza con la apodíctica frase: “Esto no son sólo palabras: lo sentí”.

Un segundo momento estaría integrado por la mística unión entre D. Daniel y la protagonista, en que él ve las ideas que se agolpan en su cabeza, en tanto ella oye latir su corazón y ve acelerarse su sangre. Ese segmento vive sólo para dos protagonistas, porque todo lo demás se ha borrado. Todo, menos el poema que genera los sentimientos misteriosos.

El verbo “seguir” anuncia e inicia el tercer paréntesis, “el caso es que seguí… seguí la descripción…” donde la protagonista se encuentra más juiciosa, menos embargada por la situación y por el poema. Tanto que puede poner en tela de juicio la idoneidad de las palabras que pronuncia, volver a narrar sus movimientos y describir el pestañeo de su individual destinatario.

Este ritmo terciario bien se puede llamar de presentación, nudo y desenlace como si fuera la acción completa de una novela. Nos informa de que lo principal es ese segundo momento en que héroe y heroína quedan solos y tan unidos que según se dice “no había entre él y yo ni distancia ni secreto”.

Análisis de contenido.

El fragmento aquí expuesto destaca por su introspección psicológica: si el narrador aquiescente –entre otras razones porque coincide con el personaje- no hiciese exploración de sus sentimientos y manifestase sus sensaciones, hubieran bastado dos renglones. Los versos no informan de nada en relación con lo relatado, pero son parte esencial del relato, porque llevan a pensar en la relación entre el arte y el público. ¿En esta relación existe también poiesis: "hacer pasar cualquier cosa del no ser al ser"? El nombre de “poeta” procede de esa idea de que es creador donde no había, pero en Platón también el rapsoda trasmite al público. En el diálogo de Ión éste asegura que trasmite sentimientos al alma de los espectadores y Sócrates le confirma que el actor es el anillo intermedio, y el primer anillo es el poeta mismo. Por medio de estos anillos el Dios atrae el alma de los hombres a una inspiración divina. También en Horacio Si vis me flere, dolendum est primun ipsi tibi. Sin embargo la falta de narrador omnisciente no nos permite saber si Don Daniel estuvo concernido por la inspiración divina. Y el tono intimista del relato nos hace escépticos al respecto.

Texto y época

La verdad es que el nombre de la autora nos permite fijar en unas coordenadas de época el texto, muy ajeno al narrativo de la España de los cuarenta. Rosa Chacel pertenece al grupo del 27 en su variante narrativa y femenina, y tras la guerra marchó al exilio. Más próxima entonces a la forma de escribir de los novecentistas, de los escritores de entreguerras (las europeas) que a la de los Cela o Laforet de postguerra española. Menor realismo que en estos y  mayor preocupación por problemas universales y por conflictos subjetivos. En los novecentistas lo descriptivo tiende a predominar sobre lo argumental, la ciudad es marco ambiental preferido al mundo rural, las meditaciones entre líricas y ensayísticas muy frecuentes aproximan los textos al género lírico, y la condición de alegoría que pueda tener obliga a una especial lectura.

Este fragmento no nos obliga a incidir en la magia que puede producirse entre el creador y el espectador o entre el rapsoda y su público, pero lo auspicia. Ciertamente no es entonces un relato como el de Thomas Mann en su Muerte en Venecia, que propone de modo continuo la revisión de la filosofía platónica, pero está más próximo a este que a la truculenta narración de sucesos de Cela en su Familia de Pascual Duarte. Y es que como sucede con todos los escritores, de la categoría que sean, que marcharon al exilio, quedaron desconectados de las fuentes de inspiración y su obra prosiguió el camino trazado antes de la guerra como si esta no hubiera existido.