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Apunte histórico sobre la biblioteca del Instituto.
La historia de la biblioteca del Instituto de
Jovellanos es una historia trágica, marcada por las guerras y vicisitudes de la
vida española de los dos últimos siglos.
Desde la fundación del
Real Instituto en 1794, Jovellanos mostró un especial interés en la formación
de una biblioteca vinculada al Instituto. En su Memoria Testamentaria de 1807,
Jovellanos escribe: “Todos los libros
impresos y manuscritos y cartas geográficas que tuviere al tiempo de mi muerte,
deberán ser trasladados a la villa de Gijón y unidos a los que tengo allí y a
los que existen en Madrid, que deberán ser llevados allá, servirán todos para
formar una sola Biblioteca”. Esta voluntad se hace efectiva en 1816, fecha en
la que se logró reunir en la biblioteca del Instituto, los libros, cuadernos,
apuntes y obras artísticas dispersos en Madrid, Valencia, Sevilla, Barcelona,
Mallorca y Portovega que habían pertenecido al ilustrado gijonés.
El legado de Jovellanos estaba formado por
4.854 volúmenes y 520 cuadernos y folletos. Probablemente, aunque no se recoge
en los primeros inventarios que se hicieron de la biblioteca, figuraban en este
legado los llamados “Dibujos del Instituto Jovellanos” o Colección Jovellanos -
Ceán Bermúdez. La primera referencia explícita a estos bocetos data de 1873, y,
en principio, se pensó que eran copias y no originales auténticos como
posteriormente diferentes investigaciones lo constataron. Estaba formada por
756 dibujos originales. Autores, Murillo, Rafael, Miguel Ángel, Velásquez,
Zurbarán, Julio Romano, Tiziano, Pablo Veronés, Tintoretto, Guido Reni,
Rembrant, Durero, Claudio Coello, Alonso Cano, Watteau y Goya entre otros. En
1871, por decisión del director del Instituto Juan Junquera Huergo, quedaron
expuestos en una sala que recibió el nombre de Museo de Gijón.
En 1838,
la biblioteca se enriquece con el legado de Francisco Tineo, bibliotecario del
Instituto y sobrino de Jovellanos. Otras donaciones posteriores se debieron a
Juan Meléndez Valdés, Victoriano
Sánchez, José Caveda, Alejandro Alvargonzalez y la familia Pidal. A finales de
1863 la biblioteca estaba formada por 7.226 volúmenes y 1258 cuadernos y
folletos.
Con la creación del Cuerpo de Facultativos de
Archiveros-Bibliotecarios, la biblioteca del Instituto pasó a ser de
titularidad pública por Real Orden del 28 de febrero de 1886. Con ello, a la
biblioteca se incorpora desde finales del siglo XIX hasta 1931 la figura de
bibliotecario procedente de este cuerpo. Juan Menéndez Pidal, Molina Martell,
Jesús Martínez Elorza, autor del libro Orígenes y estado actual de la
Biblioteca del Instituto de Jovellanos, publicado en 1902 y José Moreno
Villa, entre otros, fueron bibliotecarios del Instituto durante este periodo de
tiempo. Junto a ellos, y sin ocupar el puesto de bibliotecario como
funcionario, cabe destacar la labor realizada por el jovellanista Julio Somoza
en la catalogación y organización de la biblioteca del Instituto de Jovellanos.
En 1887, el número de obras registradas ascendía a 11.400 volúmenes, 120 manuscritos, 65 tomos de papeles varios y 37
tomos de Memorias de Hacienda reunidos por Canga Argüelles.
En 1932, el Instituto de Jovellanos se
traslada al edificio del Colegio de los Jesuitas de Gijón. Edificio compartido
con el cuartel del Simancas, lo que supondrá un final trágico para la
biblioteca. El 21 de agosto de 1936, tras varios días de asedio, el estallido de una granada provocó un
incendio que se propagó del cuartel al Instituto.
En los últimos
años, dos importantes donaciones enriquecieron los fondos de la biblioteca del
Instituto. Las realizadas por la familia del periodista Manuel Suárez Caso,
alumno del Instituto y discípulo de Gerardo Diego y por la familia del profesor y crítico musical Francisco Vizoso.
La donación de Suárez
Caso, formada por unos 4000 volúmenes, es especialmente rica en revistas y
periódicos. Números de “El Español”, colecciones completas de revistas ligadas
a la actividad profesional de Suárez Caso como “La Estafeta Literaria”, “Fantasía”,
“Mundo Hispánico” y “La Gaceta Ilustrada”, son las bases de una selecta
hemeroteca ligada a la biblioteca del Instituto.
El legado de Francisco
Vizoso, catedrático de latín en el Instituto
desde 1953 hasta 1989, consta de unos 2200 volúmenes, entre los que destacan
las partituras de piano y música de cámara con flauta. En recuerdo y
agradecimiento a Vizoso, el Instituto, apoyado por el Ayuntamiento de Gijón, el
Principado de Asturias y el diario El Comercio, publicó en 1997 el libro Francisco
Vizoso. El Humanismo, los humanismos y los saberes positivos y otros escritos, en
el que se recogen diversos trabajos musicales y filosóficos de este maestro.